
Con el título “los clientes no están al tanto de que somos esclavos dentro de los invernaderos” el periodista del canal de Catar, James Rippingale, describe Almería como un lugar al margen de la ley.
El documental, publicado en Aljazeera el mes pasado, comienza con un sindicalista diciendo “la gente muere dentro del invernadero, no tiene protección”. Es la segunda vez este año que nos encontramos con una acusación tan grave como que la gente muere dentro del invernadero en una cadena internacional. Es alucinante que un periodista comience un reportaje con semejante acusación sin ninguna prueba o cifra que contraste lo que está diciendo esa persona. Y que lo haga de forma totalmente impune es indignante.
Almería es una ciudad Europea, y nuestra producción cumple con todos los estándares de calidad que esto requiere, que no son pocos, también en cuestión de prevención de riesgos laborales.
Os podéis hacer una idea del desconocimiento y la falta de documentación con la que se ha realizado este reportaje en detalles como la procedencia de los migrantes que trabajan en Almería. Según James la mayoría son de África Occidental, de países como Mali, cuando todos sabemos que más de la mitad de los migrantes que viven en esta zona provienen de Marruecos.
Por supuesto al documental no le faltan las lamentables y reales imágenes de los asentamientos de migrantes. Como ya hemos dicho otras veces, Almería es una ciudad situada en la frontera más desigual del mundo, la que separa Europa de África. Es realmente injusto pretender responsabilizar a los agricultores almerienses de la situación de vulnerabilidad en la que viven las personas que llegan a este país buscando una vida mejor. Menos cuando la ley les obliga a vivir tres años aquí antes de poder siquiera pedir un permiso de trabajo. Todas las administraciones, desde ayuntamientos hasta la Unión Europea, pasando por la Junta y el Gobierno central, deben trabajar para terminar con esta situación tan bochornosa.
Si hay empresarios, sean del sector que sean, dispuestos a aprovechar esta vulnerabilidad para conseguir mano de obra barata, ahí están los controles de las fuerzas de seguridad del estado y las fuertes multas a las que se pueden enfrentar para disuadirlos, no es nuestra intención defenderlos.
Sin embargo en Almería también viven miles de personas procedentes de diferentes países que han superado su proceso migratorio con éxito y que viven integrados en nuestra sociedad. La gran diversidad de culturas que estudian en nuestros colegios e institutos públicos son prueba de ello.
El documental sigue, ahora hablando de las condiciones de trabajo dentro del invernadero, afirmando que “no hay seguridad”. Con esta sencilla frase elimina de un plumazo todo el trabajo en prevención de riesgos laborales de un sector que es auditado de forma constante para cumplir con las exigencias de la UE. Empresas especializadas en prevención de riesgos, cursos de prevención, formación a empleados, controles… Toda la realidad cae con una simple frase.
“La temperatura es de 50ºC”. Los que trabajamos en invernaderos sabemos que en los meses de verano no hay actividad, y que durante el resto del año se empieza a trabajar de madrugada y no se trabaja en las horas centrales del día. Lo gracioso es que acompañan a estas declaraciones imágenes de personas trabajando en invernaderos bastante abrigadas, y cada una con su carro, mientras el sindicalista dice que “hay que levantar pesos superiores a tus fuerzas”.
“Estar expuesto a la inhalación de productos que tú desconoces su origen. La peligrosidad”. No nos extraña que este señor piense que la gente muere en el invernadero, lo que no sabemos es si alguna vez ha pisado alguno. Desde hace 20 años en Almería se trabaja con lucha integrada y se ha reducido de forma drástica el uso de fitosanitarios. Aún así, cuando hay que usarlos, está detrás toda la prevención de riesgos y la formación de los trabajadores, que hacen del invernadero un lugar seguro. Aunque, como en cualquier sector, los accidentes laborales pueden ocurrir. En ese caso está la ley para juzgar y hacer pagar a los responsables.
La locura máxima es cuando dicen que los trabajadores no tienen derecho a un seguro médico. Este periodista ignora que en este país la sanidad es universal, y que todos los que vivimos aquí, con papeles o sin ellos, tenemos derecho a asistencia médica de forma gratuita.
Así que no, el invernadero no es un lugar peligroso y no sacrificamos migrantes para vender hortalizas. También hay normas de calidad como SMETA o GRAPS que certifican las buenas prácticas sociales de las empresas. Normas que certificamos en Eurosol de forma voluntaria.