
2020 está siendo una catástrofe en muchos sentidos, pero quizás nos esté ayudando a evidenciar el valor de los trabajos a los que no damos importancia. Puede que por eso este año los agricultores hayamos recibido menos ataques que otros años: es difícil criticar a un sector que trabajó a pleno rendimiento en los meses de mayor incertidumbre, porque sabemos bien que el abastecimiento de alimentos era (y es) una de las necesidades más fundamentales de todas las sociedades. Era difícil criticarnos en ese momento, pero han pasado los meses, y con el Brexit en el horizonte no se podía dejar al campo tranquilo.
El 20 de septiembre el periódico británico The Guardian publicó un artículo titulado: “Nosotros recogemos vuestra comida: los trabajadores migrantes hablan del mar de plástico”. El artículo tiene un componente visual muy potente, con imágenes aéreas de asentamientos alternadas con imágenes aéreas de nuestros invernaderos.
Es innegable que estos asentamientos existen, como también es innegable que los agricultores no somos los responsables de su existencia. Por no decir que somos más bien la oportunidad que tienen de salir de ellos.
Tan cierto es que nuestro sector se sostiene en el trabajo de personas migrantes, y muchas otras, como que nuestra agricultura es una oportunidad para ellos de encontrar esa vida mejor que vienen buscando. Almería es Europa, y aquí la explotación laboral es un delito perseguido y castigado por la ley. Si hay algún empresario, en este ó en otros sectores, que se aprovecha de la situación de vulnerabilidad en la que viven las personas en estos asentamientos, no representa el absoluto a los miles de agricultores almerienses que trabajan codo con codo con su plantilla con todas las de la ley.
Nos gustaría saber qué proponen los periodistas que debemos hacer los agricultores almerienses para terminar la vergüenza que deberíamos sentir como sociedad de que haya personas que tengan que vivir en condiciones indignas en suelo Europeo. Quizás crean que somos nosotros los que debiéramos de buscar una alternativa habitacional a las personas que cruzan el mediterráneo en busca de una vida mejor, pero esto sería así si nosotros fuéramos responsables de esta situación. ¿Por qué creen eso? ¿Somos responsables nosotros, los agricultores almerienses, de que en el continente más rico en recursos del planeta vivan las personas con menos recursos? ¿Es nuestra culpa que tengan que jugarse la vida en el mediterráneo para buscar una vida mejor? ¿Somos nosotros los responsables de que la ley les impida tener un permiso de trabajo hasta poder demostrar que han vivido aquí durante tres años?
Desde luego si somos responsables de algo es, como mucho, una responsabilidad compartida con el resto de la sociedad, la misma que podemos tener sobre los campos de refugiados de Grecia: toleramos su existencia, y no deberíamos hacerlo. Somos tan culpables nosotros como los periodistas que escriben este artículo. Bueno, nosotros por lo menos hemos denunciado la situación ante la administración, como hacen muchas otras asociaciones, aunque parece que los medios no están interesados en poner el foco en aquellos que sí tienen el deber de solucionar esta situación.
Estamos muy cansados de que se nos ataque de forma continua hablando de las excepciones como si fueran la regla. La realidad en la provincia de Almería es mucho más amplia. Por desgracia se pueden tomar imágenes como las que vemos en estos asentamientos en muchos otros lugares de Europa. Pero si alguien se molestara de vez en cuando en venir a tomar imágenes de nuestras ciudades, encontrarían una sociedad diversa, con colegios llenos de niños y niñas que representan culturas de África, Asia, América y Europa, con espacios para practicar una diversidad de religiones impensable para una provincia de este tamaño. Y todo esto lo tenemos gracias a la migración y a la agricultura.
También cansa mucho el discurso de que estas personas tienten interminables jornadas laborales a temperaturas superiores a los 50ºC… Los agricultores sabemos trabajar para evitar, tanto para nosotros como para nuestros trabajadores, las horas centrales del día, empezando la jornada de madrugada cuando los días son más largos, y descansando con el fin de la temporada en los meses de más calor. No hay que olvidar que aquí no hay grandes terratenientes, si no que el modelo se basa en una agricultura familiar, donde cada agricultor explota una media de 1,5 hectáreas y trabaja codo con codo con su plantilla.
Si se trabajara en las condiciones que dicen en el artículo aquí habría muertos a diario. Y si nuestros trabajadores vivieran en las condiciones que enseñáis, aquí no se habría trabajado normalmente en los peores meses de la pandemia. Pero sin embargo se hizo con unas cifras de contagio envidiables.
Por último recordar que los supermercados ingleses, también los que son señalados en este artículo, sí se preocupan por el buen trato de la empresas a sus trabajadores, y exigen que se demuestre a través de los certificados de responsabilidad social GRASP ó SMETA, certificados que estamos orgullosos de poner renovar año tras año en Eurosol. Más allá de eso, la única forma de que no puedan encontrar en Almería a un solo migrante capaz de relatar situaciones de abuso es poniendo fin a la situación de vulnerabilidad de estas personas, y eso, desgraciadamente, no está en nuestra mano.